El ajedrez tiene su «Dama»

Natalia Chávez Quirós, la bella "Dama" del ajedrez costarricense, una dictadora que apenas se acerca a los 16 años de edad.

6 de mayo de 1990

Otto Fonseca A. / Fotografías: Luis Castillo

El ajedrez es un deporte exclusivo para hombres.

Esa es una idea general y temeraria que priva en el medio, ante la ausencia de torneos y valores femeninos.

Nadie o muy pocos se imaginan que en Costa Rica existe una campeona, una real dictadora, de los tableros y trebejos,

Menos se concibe que esa señora monarca sea una chiquilla que recién cumple los 16 años de edad el próximo 6 de mayo: Natalia Chávez Quirós.

“Fue difícil el inicio ya que pocas niñas practicaban el ajedrez. Incluso, yo tuve que competir contra hombres en Pérez Zeledón”

Pese a su juventud, hay un alto grado de madurez en su existencia, lo cual se refleja en el dominio mismo de un deporte-ciencia, que requiere de mucho estudio, disciplina, templanza, equilibrio, paciencia y sacrificio, elementos que en conjunto la sitúan en la cima del ajedrez femenino costarricense.

No sólo Willam Charpantier es campeón nacional, Natalia Chávez también. Si hay un Rey, también hay una «Dama».

La dictadora

Natalia nace el 6 de mayo de 1974, en Ciudad Neily, segunda hija del hogar formado por don José Efraín Chávez y doña María Cecilia Quirós, y que completan José Carlos, Geovanna y Viviana

Su papá es quien le enseña los primeros secretos del ajedrez a los siete años de edad aunque a nivel competitivo se involucra a partir de 1985, con once años, al ganar la medalla de oro individual de los Juegos Nacionales Estudiantiles (JDN), celebrados entonces en Pérez Zeledón. Por «equipos se adjudica el bronce,

Con orgullo repasa poco a poco su currículo, con una leve y fresca sonrisa que revela su satisfacción.

«Fue difícil el inicio ya que pocas niñas, practicaban el ajedrez. Incluso, yo tuve que competir contra hombres en Pérez Zeledón», cuenta.

En 1986, en San José, se ubica de cuarta en el Campeonato nacional infantil mixto, mientras que en los Juegos Estudiantes retiene el oro. En Libera, se adjudica la presea dorada y la plata por equipos masculino, Ese mismo año, como reconocimiento su meteórico ascenso, viaja a Puerto Rico al «Festival Mundial por la Paz”, coronándose campeona internacional femenina de su categoría ubicándose de sétima en la clasificación general.

Para Natalia, el mejor jugador de todos los tiempos es Bobby Fischer. Lamenta, que por diversas situaciones,el ajedrez femenino no tenga auge en el país.

«El ajedrez demanda un gran esfuerzo y pocas mujeres están dispuestas a hacerlo. Esto explica quizás el poco auge de esta disciplina entre las mujeres, aparte de la poca importancia que le otorga la Federación Costarricense de Ajedrez y los medios de comunicación colectiva”, explica.

Al año siguiente retorna a Puerto Rico y es tercera, mientras que en su suelo natal, Ciudad Neily, retiene, por tercer año consecutivo, la medalla de oro de los Juegos Estudiantiles.

Natalia pide un paréntesis en la conversación. Se retira a su habitación y regresa con los labios ligeramente pintados de color rosa y muy bien peinada. Porta grandes aretes. Es vanidosa, como toda mujer, cosa que no oculta ni niega.

Un pequeño traspié, si se le puede considerar así, lo sufre a nivel colegial, al debutar en ese nivel en 1988, en Heredia, Es plata de los JDN.

Su coronación definitiva y señorial como dama de los tableros se produce en 1989, al ganar en los Juegos Deportivos Nacionales, en Heredia, la medalla de oro, así como en los Juegos Estudiantiles, y obtener por demás el título de campeona nacional mayor, pese a ser juvenil.

«¡Qué gran año! Todo me salió bien. Ser la primera del país es un orgullo, un privilegio y una enorme responsabilidad que te invita a la superación día con día”, exclama. Entonces, fue premiada como la ajedrecista del año.

En la presente temporada todo marcha viento popa. En San Ramón, obtiene el segundo lugar, entre los “cadetes” y el cetro nacional juvenil. De programarse, está dispuesta a defender el gallardete mayor.

Natalia reside en Curridabat, en la casa de su tía Antonieta Chávez, Se vino a la capital para estudiar en el colegio Calasanz, donde cursa ya el cuarto nivel. Los tres primeros los hace en el Colegio Académico de Ciudad Neily, En Su mente está estudiar economía en la universidad.

Parte de las tareas de Natalia es colaborar con los oficios domésticos del hogar.

Fisher el mejor

No tiene muñecas. Confiesa que de niña le gustaban más los carritos. Su cama la adorna con animales de peluche que le regalan en los cumpleaños. Dispone de poco tiempo libre. Cuando puede gusta del baile y del cine.

Se confiesa admiradora del juvenil Sergio Minero por su éxito pese a su corta edad, e internacionalmente no hay par, para ella, que el ex campeón mundial Bobby Fischer. Desea enfrentarse algún día a William Charpantier y Eugenio Chinchilla.

El nivel del ajedrez femenino es regular aquí: No hay competencias, el roce internacional es nulo y la cantidad de deportistas es casi ínfima”, se queja.

Continúa: “El ajedrez es un deporte diferente a todos. Es Una ciencia que requiere de un gran esfuerzo mental. Es una lucha entre dos reyes por sobrevivir, y ello demanda diferentes estrategias, posiciones y combinaciones, un juego completo que permite la elevación intelectual de quien lo practica”.

El estudio le absorbe casi todo el tiempo. Ya no tiene muñecas, nunca le gustaron, aunque sí disfruta de los animales de peluche.

También juega voleibol y lo hace con propiedad. Forma parte de la selección del Calasanz. Se desempeña como lateral o centro.

Coje la escoba. Antes se pone un delantal y lava platos. Quiere demostrar que las tareas del hogar no le son extrañas.

Lo deja de último. En éste momento no tiene los recursos suficientes para continuar cultivándose. El estudio la absorbe y no tiene entrenador. Le preocupa pero no se desanima.

En esta época de la liberación femenina, de la igualdad real de la mujer, Natalia mueve sus fichas y, aunque de manera autoritaria, demuestra que entre las féminas el ajedrez también es de categoría, reclamando así un mejor trato y mayores oportunidades para un sexo míticamente calificado de “débil”.

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